Hay algo que, seguramente, llama poderosamente la atención de todos aquellos que, como yo, se pasan un buen rato ojeando información sobre las drogas, y sus derivaciones, por no decir de las propias conclusiones a las que llegamos cada uno con esa información, y que después trasladamos a la calle. Realmente hemos pasado en unos años, de la desinformación al conflicto por la cantidad de información, veraz o no, que se maneja.
Intentaremos orientar según los drogadictos hemos sentido y vivido nuestra enfermedad. Leer más...
Llevamos años escuchando distintas hipótesis sobre lo que les sucede a los drogadictos. Años escuchando tras la espalda que si es un vicioso, falto de fuerza de voluntad y que no se da cuenta de que se está echando a perder.
Llevamos años escuchando como cualquiera tiene una opinión, siempre negativa eso sí, sobre lo que sucede a este colectivo cada vez más extenso y oculto por miedo a la marginación.
Llevamos tiempo viendo y escuchando como cada persona, cada médico, cada especialista, cada informe e información en general dicen algo que, normalmente no va sujeta a un estandar. Quiero decir que, en realidad podemos ver y leer cuestiones de todo tipo, no importa quien lo diga o lo escriba, siempre hay opiniones de todo tipo:
Por un lado, tenemos las opiniones psiquiátricas, que no son muy aceptables, ya que por muchos recursos que tengan, no hacen más que atiborrar de otras drogas a sus pacientes, y por ende, no tienen muy clara la dolencia de los mismos. Si su problema son las drogas, ¿Como se les puede ocurrir suministrar drogas? Parecen más bien asistentes a la eutanasia.
Tenemos a los psicólogos que, con sus tranquilas sesiones de bonitas palabras y de escrutar a quien se sienta frente a ellos para tratar de descubrir algo, que no son capaces de desvelar la incertidumbre e inconexas de las palabras y acciones del paciente, y le regalan más dudas al respecto. Eso sí, el problema sigue persistiendo.
Estos colectivos deberían darse cuenta que, estos pacientes son drogodependientes, tienen esta enfermedad que afecta tanto al cerebro como al comportamiento, y disponen de cientos de recursos para manipular y manipularse a si mismos, incluso sin percatarse. Por ese motivo, es extremadamente difícil que un drogodependiente deje las sustancias a través de estas modalidades. Eso sí, mientras malgastan el tiempo de quien le falta poco, ellos cumplen con su "trabajo", y por ello les pagan. Ya basta de tanta hipocresía. Estamos hablando de la salud de miles de personas. Estos colectivos, deberían saber ya, que los drogodependientes han de ser ingresados en centros especializados. Y que la única función, en caso de recurrir a semejantes farfulleros debería ser para convencer o ayudar en la función de que lo mejor para su salud, es el ingreso.
Otra problemática respecto a la información es la que cada cual genera, ya sea a través de la experiencia, de los comentarios de los demás, opiniones o información que ha ido implementando a lo largo de su vida.
Hay que tener en cuenta que la base de esta enfermedad es extremadamente compleja. Las propias personas involucradas necesitan mucho tiempo hasta que logran entender, por encima, lo que les está sucediendo y lo que les ha sucedido en su vida. Por eso, comenzaré diciendo, que muchas de las opiniones que cada uno ha ido almacenando a través de su experiencia, elucubrando o escuchando a través del tiempo, sin duda son erróneas. Esto adquiere peso cuando decimos, que siquiera los médicos antes citados, científicos y demás estudios sobre la salud al respecto ofrecen luz a esta enfermedad. Debemos repuntar que, en los últimos años, los científicos han realizado grandes descubrimientos al respecto, pero aún son insuficientes para tratarla farmacológicamente, y tampoco para poder determinar las causas con exactitud.
Por tanto, estamos hablando de una extraña y grave enfermedad de la cual NO deberíamos banalizar en ninguno de los sentidos. Tampoco habría que dramatizar la situación, pues se trata de que deje de ser un tabú en la sociedad.
Por otro lado, tenemos la información que el propio drogadicto genera. Hay que decir que un adicto a las sustancias, jamás sabe lo que le está pasando en realidad. Esto es difícil de digerir, pero si conoce a alguno, sabrá de lo que estamos hablando. El consumidor puede darse cuenta de que está consumiendo, pero siempre tendrá respuesta para tal efecto. Un adicto pensará y sentirá cosas que NO son ciertas porque las drogas inducen cambios neuroquímicos que, al contrario de lo que se piensa por los usuarios, nunca podrán ser percibidos por el consumidor. Por este motivo, las drogas manipulan la conciencia del consumidor para que siga consumiendo sin a penas tener estados de remordimiento.
Desde La Penúltima, trabajamos para que se dejen de banalizar tanto el consumo de sustancias, como el de sus secuelas. Así como la especulación a cerca de lo que sucede al consumidor. Hablamos de una enfermedad, y cuando alguien se siente mal o tiene una dolencia, visita al médico o al especialista. En esta enfermedad parece que todos tenemos el exacto examen clínico y la mejor receta. Este diagnóstico siempre será erróneo e irá en deterioro de toda la sociedad en su conjunto.
Otra de las intenciones de La Penúltima es, terminar con las ridículas mofas a cerca de las personas o estados de los drogadictos, pues con esta vulgaridad, será más difícil obtener una conciencia cierta y segura sobre lo que sucede realmente a través de las drogas.
También, y como no podía ser de otra manera, nuestro trabajo se basa en que se llegue a generar una conciencia a cerca de la drogadicción debidamente estudiada e unificada tanto para usuarios, como para profesionales. Si estamos intentando educar deberíamos hacerlo a través de los conocimientos, y no a través de nuestras propias percepciones.
miércoles, 5 de agosto de 2009
Conflicto informativo
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