domingo, 20 de septiembre de 2009

SOY ADICTO

A estas alturas y si has seguido los posts de este blog, seguramente tendrás muchas dudas a cerca de lo que en él se tratan de aclarar. Cosas como si seré adicto, si estaré en peligro, si se contagia o si por el contrario, puedo dejar de serlo. Quizá tu pregunta es, si podría hacerme adicto a las drogas.

Vamos a intentar desenmascarar algunasLa drogadicción, una red distorsionada particularidades de lo que se puede entender por adicto, así como tratar de aclarar algunas cuestiones de esta enfermedad terrible, catalogada de marginal hasta el día de hoy a pesar de los avances científicos. Leer más...

Comenzaremos por el principio, la genética. Para muchas de las enfermedades, se nace con algún componente genético que predispone a desencadenarla, si bien, seguramente, y como pasa en esta, se han de dar algunos agentes externos que finalmente e irrevocablemente terminan provocando la aparición de sus síntomas. Unos síntomas más perceptibles y virulentos pasado un tiempo. Por los síntomas, en esta enfermedad, podemos entender una serie de actos tales como la necesidad imperiosa consciente o inconsciente del consumo de sustancias tóxicas, sean cuales quieran, ya que uno de los grandes mitos de esta enfermedad, es la tendencia a diferenciar drogas “duras” y “blandas”. El cerebro no entiende de sustancias, no reconoce lo que le suministramos. El cerebro entiende del “colocón” que le provocan esas sustancias por un exceso de producción de dopamina. Por lo que, diferenciar sustancias únicamente sería, para asignar una velocidad, o virulencia a la hora de mostrar sus deterioros en el cuerpo y mente del individuo. NO es más adicto una persona que utiliza heroína que una que utiliza alcohol.

Otra característica es la consciencia o inconsciencia con la que se consume o predispone al consumo. Muchas de las veces que nos apetece tomar algo, normalmente nos aparece en la mente como tal. Pero para esta enfermedad, todas las casualidades son más que justificadas, y siempre buscan el mismo fin. Me explicaré, en esta enfermedad, la normalidad con la que aparecen los síntomas es, extremadamente sibilina. Los deseos de consumo siempre están justificados, y a pesar de no poder percibirlos son realmente anunciados por la mente, envolviéndolo como algo normal y provocando nuestros deseos por ello. Casi siempre hay alguna buena excusa para un nuevo consumo. Lo curioso del caso es, que siempre sigue un mismo patrón, siempre es para lo mismo, nunca se nos ocurre hacer cualquier otra cosa, como dar un paseo, leer un rato, hacer algo de ejercicio, e incluso, cambiar ese trago por una botella de agua.

Una de las paradojas de esta enfermedad reside precisamente en eso, en que los consumos realmente son desencadenados por nuestra mente, y somos incapaces de poder percibirlo como un síntoma de lo que nos está sucediendo o sucederá. En esta enfermedad de síntomas imprecisos, por la complejidad de cada persona, no es fácil poder determinarla como cualquier otra enfermedad del psique, ya que simula muchas otras patologías psicológicas, y por ello, algunos colectivos médicos se encuentran con tamaña complejidad para poder desvelarlo. También el propio usuario, a veces tiene serios problemas para poder vislumbrar que su mente le incita a un nuevo consumo. Lo que está estropeado es la máquina de pensar, y nadie se pone en entredicho a sí mismo, por lo que seguramente, su máquina estropeada determine lo que está bien o mal, así como adjudique los síntomas negativos a cualquier otra circunstancia antes que a los consumos.

Las drogas son sustancias químicas que actúan sobre el cerebro penetrando en el sistema de comunicación del cerebro e interfiriendo en la manera que las células nerviosas normalmente envían, reciben y procesan la información. Las drogas activan a las neuronas porque su estructura química imita aquella de un neurotransmisor natural. Esta similitud en la estructura “engaña” a los receptores y permite que las drogas se adhieran y activen a las células nerviosas. Aunque estas drogas imitan a las sustancias químicas del cerebro, NO activan las células nerviosas de la misma manera que los neurotransmisores naturales y hacen que se transmitan mensajes anormales a través de la red.
Las drogas pueden hacer que las células nerviosas liberen cantidades inusualmente grandes de
neurotransmisores naturales o pueden prevenir el reciclaje normal de estas sustancias químicas cerebrales, haciendo que la señal se vea sumamente amplificada, lo que trastorna los canales de comunicación.

Otro de los comportamientos o síntomas que desencadena esta enfermedad sería la sensación de vacío, de tristeza que desempeña un papel importante tras los consumos.
Tristeza, un síntoma de la abstinencia

Este síntoma, se ajusta a las oleadas abrumadoras de dopamina (y de otros neurotransmisores) que provocamos en el cerebro con los consumos, provocando así menos dopamina o disminuyendo el número de receptores que pueden recibir y transmitir señales. Como resultado, el impacto de la dopamina sobre el circuito de gratificación del cerebro de una persona que consume drogas se puede volver muy limitado y puede disminuir su habilidad para sentir cualquier placer. Es por eso que el consumidor eventualmente se siente triste, sin vida y deprimido y no puede disfrutar de las cosas que anteriormente le producían placer. Ahora necesita consumir drogas solamente para lograr que la función de la dopamina regrese a lo normal. Es más, necesita tomar cantidades más grandes de la droga de lo que antes consumía para crear la euforia de la dopamina, efecto que se conoce como tolerancia.

También es posible toparse con el denominado “silencio clínico”, un tiempo en el que ese consumo es “divertido”, sientes que te ofrece una velocidad con la que no contabas, una elocuencia inusual o la sensación de perdida del miedo a hablar con otras personas. Este silencio es una etapa, en la que se puede decir que se está incubando la enfermedad. Poco a poco, sin darte cuenta, cada vez más, necesitas de esos consumos para conseguir ser ese que NO eres sin ellos. Para cuando quieres darte cuenta, ya tienes las excusas suficientes para NO dejar de hacerlo. Cualquier síntoma negativo es rechazado de la mente por algún motivo más que suficiente, al menos eso es lo que te dice la mente. De ahí que siempre conozcamos rimas, o frases sociales que hacen alusión al consumo como NO tan negativo a pesar de las evidencias científicas. Siempre hay algún motivo, más o menos justificado para el consumo. El hecho más evidente es, que muchas de las personas que un buen día tienen contacto con el alcohol, y a pesar de NO agradar, deciden hacer otras tomas más adelante, acostumbrarse a esos sabores, y por supuesto, seguir consumiendo cada vez con mayor frecuencia, asiduidad y cantidades. Por NO decir que, si lo miran bien, se darán cuenta de que hace mucho tiempo que dejaron de beber productos sin alcohol cuando se les presenta la oportunidad.

Otro de los síntomas que podemos destacar en un consumidor de sustancias tóxicas serían las paranoias. Esos sueños despiertos, que nos impiden dormir.
Ya sabemos lo que es una paranoia. Muchas veces no se pueden percibir como tal por que se presentan como un hecho o como un pensamiento generado por nosotros mismos en el que las cosas parecen ser reales y al mismo tiempo lo contrario. La sensación de poseer la razón y sin embargo no poder probarlo. Tener la certeza de algo y en el fondo dudarlo. La mente juega malas pasadas y no somos capaces de verlo con certeza.
Paranoia, la gran desconocida
Seguramente, si eres usuario de algún tipo de sustancia, es muy posible que hayas tenido algún momento de angustia parecido, y sin embargo no hayas podido identificarlo como tal. Pero para intentar aclarar o explicar un poco mejor este fenómeno, te diremos que muy probable lo hayas padecido hacia tu pareja, en forma de celos. Siempre constantes y sin poder probar nada, sin objetividad. Tienes la intuición pero no pruebas de ningún tipo. También es posible que tengas percepciones extrasensoriales, momentos en los que piensas o sientes que tienes una misión importante en la vida, que eres muy distinto/a al resto de las personas, o que posees una lucidez, una manera de pensar por encima de los demás, y sentirlo así. En ocasiones, puede que tus paranoias estén dirigidas hacia ti mismo en forma de estrés. El estrés de querer hacer un montón de cosas que nunca haces, pero que siempre te dices que harás. Cuando estamos bajo los efectos de las drogas, estos fenómenos pasan a su versión más implacable y virulenta, y pueden cobrar una realidad casi palpable.
Estos son algunos ejemplos de paranoias, pero podríamos describir cientos de ellas distintas, sin embargo siempre están caracterizadas por no dejar de pensar en ellas, de no poder desprenderse de ellas, siempre están pululando por la mente y no podemos hacer nada para evitarlas.
El craving o síndrome de abstinencia, se caracteriza por la aparición de los deseos de un nuevo consumo de sustancias. Como ya hemos dicho antes, seguramente muchos de estos síndromes son casi imperceptibles por el consumidor debido a la manipulación del propio cerebro para llevarnos a tal fin.

Seguramente muchas de las dudas que albergas NO se habrán disipado, pero te diremos que, si te has identificado con los síntomas o piensas que tienes problemas, no dudes en ponerte en contacto con un centro especializado, y cuenta con la ayuda de tus padres, ellos lo entenderán. Si piensas que puedes “hacerte” adicto, no esperes más, actúa. Y si crees que esto no es para ti, mirate sinceramente, seguramente estás entrando en una fase de NO retorno, que es cuando la mente envuelve todo dentro de sí para no desprenderse de lo que más quiere, la droga. Los demás dejar que el tiempo pase, pero no dejéis de miraros siempre honestamente, cualquier consumo desencadena o NO, dependiendo de tu genética, los síntomas que alertan de una grave enfermedad marginada por el desconocimiento...

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